El 2 de mayo de 1966 el Gobierno de la dictadura autorizó la construcción de la central nuclear de Garoña (Burgos), cinco años después la conectaron a la red eléctrica. Hoy en día se tarda casi diez años en construir y conectar un nuclear, y esto no es debido a que antes las cosas se hicieran mejor sino todo lo contrario.Realmente fue un ganga, compraron gran parte del equipo ya construido a una compañía americana que tenía dificultades para instalarla en California, por la oposición de los municipios y los militares
. Mas de cuarenta años después, Garoña ha sido rentabilizada económicamente hasta máximos inimaginables, y aporta un insignificante 1,3 % del total de la producción eléctrica.El tiempo ha pasado y cuatro de los cinco accidentes graves que ha habido en el mundo se han producido en reactores del mismo tipo que el de Garoña. La vulnerabilidad de estas centrales no es algo novedoso, en 1971 el Gobierno estadounidense advirtió que si fallaba el sistema de refrigeración de emergencia de los reactores de agua ligera como este, corrían el peligro de sufrir una “explosión nuclear letal y propagar lluvia radioactiva”. Eso fue exactamente lo que paso en Fukushima el año pasado.Pero Garoña, a pesar de estar amortizada, de no estar diseñada para soportar las situaciones que hoy en día se están contemplando en las pruebas de resistencia, de aportar una cantidad insignificante de eléctricidad al mix eléctrico actual, de seguir produciendo residuos nucleares para los que no tenemos solución, de no abaratar ni un céntimo la factura eléctrica, ….. y de ser idéntica a la central nuclear de Fukushima; es la arriesgada apuesta de futuro de este Gobierno en el siglo XXI, a la vez que detiene el desarrollo de las energías renovables.Esta historia no puede continuar igual que hace 40 años, se necesita un sistema energético inteligente, eficiente y 100% renovable, y nuestro ministro de industria lo tendría que saber
lunes, 5 de marzo de 2012
Garoña un riesgo de hoy
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