El desmantelamiento de la central nuclear de Santa María de Garoña no podría concluir, en el mejor de los casos, antes de 2023 aunque se cumpla la orden ministerial de cierre en julio de 2013, según las estimaciones de la empresa pública de residuos Enresa El director de operaciones de Enresa, Alejandro Rodríguez, explicó que, tras el cierre, la empresa propietaria (Nuclenor) tendría que seguir haciéndose cargo de la instalación mientras albergue combustible atómico. Después sería Enresa la que realizaría las labores de desmantelamiento, para lo que se requiere toda una serie de trámites previos. En la primera fase, llamada "etapa de parada", Nuclenor tendría que hacerse cargo del combustible gastado y de los residuos radiactivos de operación, almacenados en la piscina de la planta, que no se podrían mover antes de tres años. De forma paralela, Enresa iría tramitando sus permisos para hacerse con la titularidad de la planta para su desmontaje. Enresa emitiría en ese periodo un proyecto que sería sometido a la aprobación del Consejo de Seguridad Nuclear, además de solicitar la licencia de obras al Ayuntamiento donde está enclavada la central y obtener un informe de impacto ambiental favorable del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Una vez cumplimentados estos trámites, junto con algunos otros de menor complejidad, sería el Ministerio de Industria el que tendría la autoridad para conceder la licencia definitiva para el inicio del derribo. Rodríguez precisó que este proceso duró nueve años en el caso de Vandellós I (Tarragona) -desde 1989 a 1998- y cuatro en Zorita (Guadalajara) -entre 2006 y 2010-, las dos plantas nucleares que han cerrado en España. En cuanto al desmantelamiento, el director de operaciones de Enresa afirmó que la propia empresa realizó un estudio para el Ministerio de Industria en 2009, cuando se emitió la orden de cierre, en el que estimó en siete años el tiempo mínimo de trabajo para ello. Señaló que se trata de un proceso "muy complejo", por la diversidad de materiales con distintos grados de contaminación, que incluso requeriría algunos trabajos por control remoto y en condiciones extremas, dentro de ambientes blindados y bajo el agua. El objetivo, que se fijará en el último documento que entregará Enresa y que es el plan de restauración, es que el emplazamiento de la central quede liberado de cualquier "condicionante radiológico", aunque no será necesario derribar todo y, si fuera necesario, se podría dejar en pie algún elemento sin contaminar. El director de operaciones de Enresa consideró que tendrían capacidad para afrontar el desmantelamiento de Garoña en paralelo al de Zorita, que está en pleno proceso, aunque consideró que no será necesario porque no se van a solapar por una cuestión de plazos. En este sentido, afirmó que Enresa tiene "tecnología y conocimiento" para afrontar el desmontaje de centrales nucleares y realizar dos al mismo tiempo sólo supondría incrementar los recursos de personal. Sin embargo recordó que Enresa terminará el de Zorita entre 2016 y 2017 y, aunque Garoña cerrara finalmente en julio de 2013, el enfriamiento de combustible impediría moverlo de la planta hasta la segunda mitad de 2016.
domingo, 11 de noviembre de 2012
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