A dos años de que se iniciara el percance nuclear en Fukushima Japón, la situación en la central nuclear continúa siendo extremadamente delicada, caótica y representa un desastre planetario en potencia. Las poblaciones afectadas por las emisiones de radiación siguen sin recibir un tratamiento adecuado y las indemnizaciones ofrecidas por el gobierno japonés no compensan los traumas sufridos por la perdida de sus bienes y de sus fuentes de empleo. Alrededor de 100 000 habitantes fueron relocalizados dentro del mismo departamento de Fukushima y alrededor de 60 000 habitantes migraron a regiones más alejadas de Japón, pero el estigma de los “Hibakusha” (sobrevivientes de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki) hace que exista una “radio-discriminación” hacia las personas contaminadas de la región de Fukushima. Los habitantes que permanecieron en sus poblados a pesar del riesgo, viven bajo un alto nivel de estrés ante la posibilidad de contaminarse y de que sus productos sean rechazados y destruidos por los controles radiológicos. Según reportes de las organizaciones que monitorean la situación y del gobierno japonés, las emisiones de radiación tóxica al medioambiente y los derrames de agua súper radioactiva aún persisten. Informes del Ministerio de la Agricultura, la Pesca y del Medio Ambiente de Japón, indican que los niveles de contaminación no han disminuido desde que se inició el accidente. TEPCO informó que peces capturados en enero de este año cerca de la central, presentaron contaminación de hasta 254 000 becquereles por kilo, cuando el límite máximo para consumo es de 100 becquereles por kilo. Estas pruebas, hacen suponer a los científicos, que aún existe una importante filtración de radiación hacia el mar que no puede ser controlada o peor aún, que Tepco continúa derramando discretamente agua radioactiva. Para continuar leyendo el artículo: pulsar leer mas
domingo, 3 de marzo de 2013
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