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a decisión del Consejo de Administración de Nuclenor, participada a partes iguales por Iberdrola y Endesa, de mantener la solicitud de reapertura de la central nuclear de Garoña demuestra que el anuncio del presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galan, ante la Junta de Accionistas el 31 de marzo sólo fue un lance más de la negociación “en diferido” que vienen manteniendo con el Ministerio de Energía desde 2013 por conseguir una rebaja fiscal, u otras contrapartidas ecónomicas.Una vez más han demostrado cuál es su verdadero talisman, y al mismo tiempo, talón de Aquiles: el DINERO. En su afán por conseguir más y más no dudan en jugar con las expectativas de las personas y con sus esperanzas de un futuro libre de los graves peligros de la energía nuclear, tanto para las actuales generaciones como para las venideras. En su escala de valores estas vidas siempre estarán por debajo de sus dividendos.
Pese a las afirmaciones en marzo de Sánchez Galán de que la sección de produccion nuclear presenta continuos ejercicios en pérdidas como razon para postularse por el cierre de la central de Garoña, ayer en la presentación de los resultados de la eléctrica solicitaba más tiempo para decidir. Es evidente que están convencidos de que aún tienen muchos rendimientos económicos que exprimirle antes de darla por amortizada, ya sea mediante rebajas fiscales ya sea mediante compensaciones específicas. En este apartado, empresas y gobierno han demostrado una gran creatividad fiscal desde la liberalización de las eléctricas.
Si la apuesta de Iberdrola fuera realmente el cierre de este área de negocio, la nuclear, aunque sea por razones puramente económicas, hace tiempo hubiera iniciado las gestiones para deshacerse de ella, bien mediante cierre bien mediante la venta de todas sus acciones.
Ahora será el Ministerio de Energía el que tenga la última palabra en la concesión del permiso de reapertura para la central de Garoña, y nos dice que se tomará tiempo para hablar con todas las partes. Esperemos que cuando dice todas, sean todas realmente incluyendo movimientos sociales y colectivos ecologistas, y acepte el clamor de la mayoría social por el cierre y desmantelamiento de Garoña. De paso, sería buena oportunidad para abrir la puerta a un debate tan necesario como el de la transición energética. Ya comprobaremos cómo situa en su escala de valores las vidas de las personas y los dividendos de sus “puertas giratorias”.
Sin embargo, queremos advertirle que esa espera que puede prolongarse hasta primeros de agosto, cuando expira el plazo de 6 meses desde el infame informe del CSN dando luz verde a la reapertura, no nos hará caer en el decaimiento. Esta sociedad se ha mantenido, mantiene y mantendrá fuerte en su defensa de un futuro libre de la amenaza de la energía nuclear.
Sería pueril pensar que la dilatación en el tiempo y la entrada en periodo vacacional nos hará bajar la guardia. Pero eso no tardará en comprobarlo. Es hora de que presionemos todas y todos: es hora de no comprar energía nuclear a Iberdrola y Endesa y darnos de alta en empresas o cooperativas de energías renovables.
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