onsanto da por perdida la batalla por la implantación de sus semillas transgénicas en Europa, demostrando que las movilizaciones ciudadanas pueden lograr significativas victorias frente a los grandes intereses económicos y políticos. España y Portugal son la excepción. El rechazo de productores agrarios y consumidores a los organismos modificados genéticamente (OMGs), debido a sus nocivos impactos sobre la biodiversidad, el medio ambiente y la salud a corto plazo y sus aún imprecedibles efectos a largo plazo, ha llevado a la multinacional a involucrarse en ingentes inversiones en campañas de marketing, implantación, procesos judiciales y acciones de lobby para conseguir la aceptación de sus productos. El anuncio de su retirada supone un triunfo para todos los que han informado y luchado contra su expansión.
martes, 7 de junio de 2016
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