Según los últimos datos de la OMS, cerca del 23% de los fallecimientos en el mundo se producen por vivir o trabajar en ambientes poco saludables. Los factores de riesgo ambientales −como la polución del aire, el agua y el suelo, la exposición a los productos químicos, el cambio climático y la radiación ultravioleta− contribuyen a más de 100 enfermedades o traumatismos, advierte esta institución internacional en su estudio La prevención de enfermedades a través de entornos saludables. Respirar el aire de nuestras ciudades es un problema para la salud pública. El número de muertes prematuras por la contaminación podría duplicarse de aquí a 2050, cuando los núcleos urbanos pasen de albergar a la mitad de la población a acoger al 70%.
Sin perdernos en las predicciones de futuro, hoy la contaminación ambiental se cobra más víctimas que la malaria, la tuberculosis y el sida juntos. La insalubridad ambiental provoca 12,6 millones de muertes al año, es decir, es responsable directa o indirecta de una de cada cuatro muertes. Irónicamente, en la última década se ha dado un cambio de patrón: al mismo tiempo que se reducían las muertes debidas a enfermedades infecciosas como la diarrea y el paludismo, vinculadas a la mala calidad del agua, el saneamiento y la gestión de las basuras, aumentaban las provocadas por problemas ambientales. No nos alejamos, pues, de la realidad si afirmamos que la contaminación es la epidemia del siglo XXI. Y, además de un arma letal, es un inconveniente para la economía. María Neira, directora del Departamento de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la OMS, advierte que «las enfermedades crónicas son más costosas para un país que las infecciosas». este artículo entero se puede leer en ethic
sábado, 7 de mayo de 2016
La nueva guerra es contra la contaminación
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