El cierre de Coca-Cola en Fuenlabrada no solo es una medida injusta para las personas empleadas en la planta. También ha generado un enorme tráfico de camiones que agrava el ya de por sí elevado impacto ambiental del consumo de este refresco. Se trata de un ejemplo más del desprecio de Coca-Cola por los impactos ambientales y laborales en la producción de esta bebida, tanto a nivel estatal como en el resto del mundo. Hace más de un año Coca-Cola Iberian Partners decidió cerrar cuatro plantas embotelladoras en Alicante, Asturias, Palma de Mallorca y Fuenlabrada (Madrid), a pesar de contar con beneficios en la explotación. Un total de 1.250 personas perdieron su empleo. Los trabajadores de la planta de Fuenlabrada iniciaron una tenaz y digna lucha en defensa de esos puestos, lo que les llevó a ganar varias sentencias que la compañía ha incumplido reiteradamente.
La deslocalización, aparte de injustificable desde el punto de vista laboral, también lo es desde el ambiental. La campaña de boicot a los productos de Coca-Cola, bajo el lema de “si aquí no se produce, aquí no se consume” tiene también que ver con la salud y el aire.
domingo, 22 de marzo de 2015
Coca-Cola, desprecio al medio ambiente
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